El fomento al consumo
Tema
polémico y muy controversial es el consumismo, al cual mirado de distintos
ángulos, tiene (valga la redundancia) múltiples miradas, cada una distinta a la
anterior, pero podemos siempre observar ciertas similitudes, dadas casi como
patrones a seguir en momentos de hablar
sobre este tema, como lo es el condenarle como si
este fuera un pecado, siendo que todos somos consumistas en potencia y le
practicamos día a día sin importar tendencias ideológicas o creencias
religiosas
El
fin de este ensayo es dar una mirada crítica al consumismo en sí, y en la
sociedad actual, cómo este se manifiesta en sus diferentes formas y en sujetos distintos y como estos sujetos se ven atados a seguir consumiendo (incluyéndome) como una
obligación social y vital en una época hedonista ligada siempre a los placeres
“plásticos” y superficiales implantados en nosotros para aspirar y seguir
aspirando a vivir en un “mundo Barbie” en donde solo las apariencias importan,
y estas son la base para el prestigio y la creación de la identidad de un
individuo. Identidad que se debilita y se trasforma en casi una especie de
convención para convertirnos en seres casi clónicos que se mantienen activos
solo por el hecho de satisfacer una falsa necesidad a través del acto de
comprar y consumir de manera casi compulsiva.
El consumismo
en sí mismo
El
acto de consumir está presente en toda la sociedad actual-contemporánea, ya sea
por el hecho de buscar y comprar objetos para satisfacer las ansias de un
placer entregado por un producto en específico, como lo son los libros, música,
películas y comics (en mi caso). O simplemente para abastecerse de alimentos o
elementos básicos para el hogar.
Visto
desde este punto el consumismo no es un acto insano en sí mismo, a menos que
este se manifieste de forma descontrolada en un sujeto, llevándolo a ser un
esclavo de sus aspiraciones materiales, condicionándolo a buscar cualquier
método para abastecerse de sus productos, sin importar el costo que implique la
búsqueda de este.
Ese
acto de conseguir un bien material, se puede resumir bastante bien en la
actualidad como el sometimiento del trabajo con el fin de seguir consumiendo,
llegando, sin saberlo, necesariamente a practicar una filosofía basada en que
el fin (en este caso un bien, objeto o producto) justifica los medios (desde
una pseudoesclavizacion ligada al trabajo excesivo como las múltiples horas
extras en el trabajo, como la búsqueda intensiva de créditos para seguir
consumiendo).
Dependencia
Todos
somos consumistas y todos en potencia. Yo soy un gran ejemplo, que al ser un
ñoño, compro muchas ñoñerías, y gasto mucho dinero en mis cosas, desde libros, comics
y figuras, hasta zapatillas y artículos de colección con un cierto valor
adquirido. Pero si por algún motivo no puedo conseguir cierto artículo para
llenar una satisfacción, pocas veces (por no decir nunca), este afecta mi ser
por una falsa dependencia.
En
el caso del consumista por compulsión toma lo que yo visualizo como la búsqueda de la satisfacción a través de un bien y como esta se transforma en una necesidad, llegando a
crear una dependencia hacia cierto tipo de objetos que representen algo para
nuestro individuo, para llenar algún vacío creado por un trauma de tipo
personal-existencial o por la presión social de la comunidad mundial basada en
los arquetipos ligados a un estatus especifico gracias a la adquisición. En
otras palabras: “yo soy más porque tengo más”.
La
senda del consumista
El
consumista cuando deja de ser como todos los del orbe, convirtiéndose en uno de
tipo compulsivo y en casos, enfermizo Pasa a ser una criatura capaz de
esclavizarse o arriesgar todo por una obsesión ligada a algún tipo de bien.
Esta
actitud es compatible de ser comparada con el caso de los llamados “angustiados”:
sujetos totalmente dependientes de la droga, capaces de hacer todo por
conseguir un poco de esta. Tomando en cuenta la desesperación por conseguir,
generada por el consumo, tenemos la utilización de múltiples créditos para
sustentar sus excesivos gastos, gastos que en casos de una mala administración
se acumulan generando deudas enormes, muchas veces casi imposibles de pagar por
los que se ven seducidos por “tremendas ofertas” de multitiendas y no tienen
los recursos y se ven atados a dos manos, por culpa de la tentación que nos produce
el consumir.
Pero,
con las condiciones “flexibles” de pago existentes en el día a día en todas las
tiendas y supermercados, etc. ¿Quién no se ha visto tentado a comprar optando
por sistemas de pago a largo plazo? . puede esto explicarse a que como sociedad
estamos acostumbrados a comprar y comprar, y se nos hace cómodo tener un
sistema de pago que se adecua de cierta forma a nosotros, pero esta es un
arma de doble filo, ya que al mantenernos pagando para concretar una compra por
el sistema de cuotas u otros se mantiene a la gente despreocupada de pagar, solo
lo hace sin cuestionar y se da cuenta de que se ha convertido en uno mas de los
que no se pueden desligar del pago de sus compras cuando ya les han sacado bastante
del bolsillo.
Todo
esto puede ser considerado por muchos como una exageración, pero basta con dar
un par de vueltas por un mall y nos damos cuenta de que vivimos en una realidad
así
El
mall, un espacio que me relaja un poco, no por el hecho de que sea atractivo o
por que tenga un estilo arquitectónico sofisticado (que no tiene). Sino
porque hay presencia de gente pero nunca de manera excesiva (excepto en
navidad), pero ese no es el tema.
Lo
concreto es que los centros comerciales son lugares de consumismo por compulsión
para calmar un impulso generado por los mismos a través de sus productos
llamativos y sus carteles coloridos con un falso mensaje de felicidad provocada
por productos. Un mensaje de solo compra y gasta. Muchas veces
convenciéndonos de que cierto producto nos da estilo o prestigio.
Los
mall son por excelencia la catedral del consumo, ya que son el lugar más
llamativo y pintoresco al cual acudimos cuando buscamos hacer compras con el
fin de regalar algo en celebraciones o para comprar algo por el simple hecho de
distraernos, lo que provoca que sea este un lugar siempre con movimiento, ya que
este ciclo no termina. Generando muchas veces compras por capricho, las que
provocan acumulación de productos u objetos y muchas veces nos lleva a
deshacernos de elementos que siguen en funcionamiento, con el fin de seguir
comprando.
Idealización por
comerciales y publicidad
La
publicidad es el arma más grande que tiene el consumismo, ya sea en multi
tiendas o en comerciales , la publicidad juega el rol de engancharnos a la idea
o deseo de comprar y en muchos casos está apoyada más que por el producto, por
el “flexible” modo de pago basado en cuotas o créditos, mencionados
anteriormente en la senda del consumista.
Gracias
a comerciales y publicidad en general, es muy complicado escapar de la
tentación de comprar debido a que somos bombardeados diariamente con publicidad
en todas partes y sin darnos cuenta. Ejemplo claro de este es la televisión la
cual nos introduce progresivamente más de 29 minutos de publicidad por hora en
el año 2011, mientras que en 1960, eran apenas 9 minutos por hora. Según datos
de un estudio realizado en EE.UU y publicada por la revista WOBI (world of
business ideas). Obviamente el fin de este paulatino aumento de publicidad se
debe a que se implantó inconscientemente la idea de consumir y consumir , para
que la sociedad gaste y gaste hasta casi generar un derroche de dinero, sin
importar las consecuencias mientras el benefactor de ese dinero se vea
favorecido.
La sociedad
del consumo
Vivimos
en una comunidad que podría ser mejor claramente si se nos inculcara desde
pequeños que lo material no es mas que solo la posesión de objetos,
pero en la comunidad mundial y sociedad actual se enseña inconscientemente lo
contrario, lo que produce una locura por los objetos en cuando vemos ofertas y
cosas por el estilo (como en los remates de vestidos de novia o los remates de
ventas después de navidad en EE.UU, que no se alejan mucho de la realidad
chilena).
Lamentablemente
toda esta locura se ve constantemente fomentada tanto a grandes y chicos siendo
muy complicada evitarla, no como individuo, sino como masa.
No digo que el consumir sea malo, ya que de
alguna forma a veces nos merecemos un gusto y por ende realizar alguna
transacción que nos produzca una suerte de placer, como comprar libros o salir
a comer pero el despilfarro es lo condenable y el consumo cuando se convierte
en obsesión es peligroso y se necesita acabar con la dependencia de bienes para
así llevar una vida mucho más sana , la cual se preocupe de problemas cuando
estos sean reales y no superficiales.
Quiero
finalizar con la idea anterior, y que esta se destaque sobre las otras con una
simple frase: “yo soy más, no porque tenga más, sino porque soy yo mismo”.
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